Fue un simple empujón el que lo definió. El que lo decidió. Determinante. Es la lógica que encuentra a su ecuación victoriosa Luis León Sánchez, portento menos musculado que años anteriores. Afina para el Tour. Menos gimnasio, menos bíceps. Más piernas y fondo. Más cerca del color amarillo. A él no puede llegar el murciano, no le cabe en su hipótesis, hacerlo sin la ayuda externa, la de los impulsos que vienen desde el cielo. De su hermano, claro. León. El mayor. Rey supremo que le vigila constantemente desde el cielo. Y le ayuda, como hoy. Sin él, dice 'Luisle', el pequeño León, no hubiera podido ganar la quinta etapa del Tour Down Under marcando una nueva exhibición en su libro lleno ya de bestsellers a base de ostentosas cabalgadas. Otra más para dar al Caisse d'epargne la primera victoria de la temporada. En el mejor momento posible. Ayer, el presidente de la caja francesa anunciaba el cese del patrocinio al equipo ciclista a finales del 2010. Ahogados, Unzué salió al paso para dejar claro que no cesará en el empeño de encontrar respaldos. Aire con la victoria de Luis León Sánchez.
Era la quinta etapa la jornada reina del Tour Down Under. Promesa de emociones con un resultado diferente a las cantadas llegadas masivas en las que Greipel anunciaba su 'ordeno y mand' para ejecutar su ley. La del más fuerte. No pudo en Willunga cuando Cadel Evans, revolucionario arco-iris convertido en atacante, desató toda su furia en busca de alzar los brazos vestido como campeón del Mundo. Lo que no sabía el 'aussie' era que el Caisse d'epargne tenía una gran 'X' marcada en la jornada. Su ansia de ser profeta en la tierra prometida a los próximos Campeonatos del Mundo, a finales de temporada en Melbourne le hizo soñar con una entremes digno de convertirse en aperitivo ante la llegada de los mundiales a su tierra.
En pleno ascenso a Willunga Hill, a 20 kilómetros del final, Alejandro Valverde y Luis León Sánchez se pegaron a la rueda del australiano soñando con el asalto a la clasificación general, a cerrojo y con llave a buen recaudo entre los muslos imponentes de André Greipel. Los tres consiguieron una ventaja de medio minuto que daba a Evans el liderato provisional, pero cuando la diferencia cayó en manos del Columbia-HTC, el equipo de Bob Stapleton puso en marcha su tren. A reducir distancias. Lo consiguieron en apenas 10 kilómetros. Evocado al fracaso. Alejandro Valverde reaccionó rápido. Nada de maillot de líder. Pero sus fuerzas, para entonces, no respondían igual. Con él, agonizando, Cadel Evans. Presa del pánico ante la maquinaria del Columbia, a vista de pájaro en cuanto volvía la cabeza atrás. Y uno más. Luisle. Reserva. Saltó del banquillo gacia a un empujón, cuando Valverde le cedió la lucha por la etapa.
Miró al cielo el pequeño felino. A León, el mayor. Fuerza impregnada entonces, atacó a su compañero Valverde, freno de mano con Cadel Evans, que ni siquiera se preocupó en seguirle. Así hasta la meta. Otra de las suyas. Cabalgada apoteósica, "gracias al empujón de mi hermano desde el cielo", reafirmó Luis León en meta. La victoria le sirve a Luis León para corroborar su óptimo estado de forma el principio de cada temporada, igual que hizo hace justo un lustro, cuando en el mismo Tour Down Under se anotaba la clasificación general y la tercera etapa de aquella edición. "Este año he llegado menos preparado", confiesa. Todo con un fin: "para tener menos masa muscular". Sobra si quiere seguir marcando exhibiciones como ésta. Sin músculo Luisle. Pero con empujón de gracia desde el cielo.
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