lunes, 18 de octubre de 2010

LA OPINIÓN DE UN EXPERTO

Leo este artículo y no puedo por mas que lo vuelvo a leer tener que dar la razon al articulista.
La pena es que solo se menciona al ciclismo...pienso que se debería hablar de todo el deporte profesional, pero bueno ya se sabe que los ciclistas somos "ejemplarizantes".



la tribuna

No va sobre el clembuterol

La ideología de las leyes antidopaje anda desnuda, tanto de razones como de argumentos

Lunes, 18 de octubre del 2010 BERNAT LÓPEZ
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Un anuncio de una conocida marca de ruedas de bicicleta, insertado desde hace meses en las principales revistas especializadas, afirma que la versión de más alta gama del producto permite recortar 81 segundos en un recorrido de 40 kilómetros. Más que de sobras para ganar el Tour de Francia. Posibles exageraciones al margen, este tipo de ventaja competitiva no solo está permitida en el deporte de élite, sino que es vista con buenos ojos: la tecnología permite a los ciclistas correr cada vez más rápido.

Alberto Contador celebra la victoria en el tercer Tour, camino de París. AFP PHOTO / JOEL SAGET

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Aunque no toda la tecnología es bienvenida en la alta competición: el hallazgo de unos picogramos de un producto bioquímico (tecnología, en definitiva) en la orina de Alberto Contador le puede costar la carrera. ¿Cuál sería la diferencia crucial entre unas ruedas ultrarrápidas y un producto que mejora el rendimiento, que hace que las primeras sean celebradas y anunciadas en las revistas, y el segundo, aborrecido y perseguido? La respuesta parece obvia: las ruedas no son trampa porque todos pueden recurrir a ellas, mientras que el producto sí lo es porque está prohibido. Pero esta explicación tiene truco, ya que para ser aceptable toda prohibición debe, ante todo, ser razonable.

Es aquí donde se transparenta la naturaleza autojustificativa del antidopaje: el uso de sustancias es trampa porque está prohibido, y está prohibido porque... es trampa. Se trata de una trampa lógica. Además, la segunda parte de este argumento circular se desmonta con una facilidad infantil: sin la prohibición todos los deportistas podrían recurrir libremente a estas tecnologías que mejoran el rendimiento, y por lo tanto su uso conferiría una ventaja competitiva equiparable a la de las ruedas supersónicas: perfectamente ética. Y aquí no vale contraargumentar que no todos se podrían permitir la tecnología biomédica punta, porque pasa lo mismo con las ruedas de marras, los cuadros ultraligeros y los mejores fisioterapeutas, biomecánicos, dietistas y entrenadores: cuestan mucho dinero.

Dada la futilidad del argumento de la trampa, el antidopaje acostumbra a complementarlo con el de la integridad física: el dopaje se debe prohibir porque pone en peligro la salud de los competidores. Pero si bien es cierto que determinados usos (abusos, más bien) de algunas sustancias pueden ser perjudiciales, es falso que cualquier dosis de cualquier sustancia vetada lo sea. En realidad, la propia fatwa indiscriminada contra algunos productos puede comportar un auténtico riesgo para la salud de los deportistas. Por ejemplo, en las grandes vueltas por etapas, en que los niveles hormonales y de glóbulos rojos suelen caer por debajo de los umbrales de la enfermedad por efecto de los esfuerzos extremos y continuados. Otro aspecto revelador de la hipocresía del argumento de la salud: el uso de un producto regenerador, como la testosterona sintética, es anatema, pero se permiten y aplauden las inyecciones de analgésicos, que hacen que los deportistas compitan a pesar de sus lesiones, lo que no resulta precisamente muy saludable.

Así pues, el debate público suscitado por el caso que afecta a Contador, y por todos los otros escándalos de dopaje que lo han precedido, equivoca tristemente los términos. La ideología antidopaje ha conseguido naturalizar sus falsas premisas, con lo que ahora todo el mundo anda preocupado con que si fue la carne de vacuno contaminada, o fue la sangre, o fue, en cambio, el demonio de la ambición desmesurada.

Esto impide que veamos que el rey antidopaje anda desnudo: de razones y de argumentos. Ya es hora de empezar a desafiar las bases dogmáticas del Gran Hermano multimillonario en que se ha acabado convirtiendo, a caballo del miedo de los simples y del autoritarismo puritano de determinadas élites, empeñadas en salvar al deporte de sí mismo, cuando lo único que debería preocupar (de verdad) es la salud y la seguridad de los deportistas.

Profesor especializado en el estudio de los fundamentos ideológicos y de las estrategias de propaganda del antidopaje.

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Información publicada en la página 106 de la sección de Opinión de la edición impresa del día 18 de octubre de 2010 VER ARCHIVO (.PDF)

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